El impacto del fitoplancton en el cambio climático y en la estabilidad de los ecosistemas
Existe en océanos y mares una comunidad de organismos que vaga en las corrientes de agua y que podrían parecer prescindibles para la vida, pero cuya existencia garantiza la nuestra.
Por Ornella Corallo
El fitoplancton es un conjunto de seres vivos exclusivamente vegetales que componen el plancton. Su importancia se evidencia fundamentalmente en que forman la base de la cadena alimentaria, y que a su vez generan entre el 50 y el 85% del oxígeno disponible en la atmósfera.
Al igual que las plantas terrestres, el fitoplancton absorbe dióxido de carbono y lo transforma en oxígeno mediante el proceso de fotosíntesis. Cuando estos organismos perecen, o cuando seres en niveles superiores de la cadena trófica lo hacen, el carbono capturado en este proceso se hunde en las profundidades del océano. De esta forma, anualmente se entierran alrededor de 10 gigatoneladas de carbono atmosférico. Este proceso de redistribución del carbono se conoce como la "bomba biológica de carbono" y desempeña un papel crucial en el contexto del cambio climático al contribuir con la reducción de los niveles de este gas de efecto invernadero. Así, los océanos actúan como sumideros naturales de carbono, almacenando en sus profundidades 70 veces la cantidad del carbono presente en la atmósfera.
No obstante, como en cualquier sistema cuando se perturba, el equilibrio se desestabiliza. El aumento de la temperatura global, y por ende, la elevación de la temperatura de la superficie oceánica, junto con la acidificación del agua, ha generado desequilibrios en la vida del fitoplancton.
Un ejemplo de esto se observa en la disminución de población debido al aumento de agua dulce en los mares por el derretimiento de los glaciares polares. De hecho, investigaciones han señalado que la cantidad de fitoplancton disminuyó un 40% entre 1950 y 2010. Esto afecta a sus depredadores naturales, como el krill, que, a su vez, constituye la dieta de ballenas y de otras especies. Por ende, no solo se ve mermada la población de este organismo, sino que también es probable que se reduzcan las poblaciones de seres ubicados por encima en la cadena alimentaria, causando serios desbalances en los ecosistemas.
Asimismo, se han registrado alteraciones en la frecuencia y distribución de estos organismos debido al uso excesivo de fertilizantes y la contaminación de los acuíferos, lo que resulta en un aumento de la concentración de nutrientes y, en consecuencia, en el desarrollo excesivo de estos. El problema subyacente de ello radica en que cuando se presentan estas condiciones inusuales de temperatura y descargas adicionales de nutrientes, se agota el oxígeno en el agua, lo que puede conducir a la mortalidad de peces y aves marinas.
La perturbación de este delicado equilibrio, representa una amenaza tanto para la diversidad marina y oceánica como para los servicios que brindan. Para proteger nuestro planeta y garantizar la calidad de vida de las generaciones futuras, es imperativo abordar estos desafíos con responsabilidad y perseverar en la investigación del "Pulmón Azul", el cual, aunque parezca inagotable e inmutable, dista de serlo.
