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Acuerdo MERCOSUR - Unión Europea: 2023, ¿año decisivo?

Los días 7 y 8 del presente mes tuvo lugar en Buenos Aires una reunión de los Jefes Negociadores del Acuerdo MERCOSUR-Unión Europea. ¿Qué expectativas se tienen para 2023 respecto de dicho Acuerdo? ¿Será éste finalmente el año en que las negociaciones prosperen y el mismo pueda implementarse?



Según informó Cancillería Argentina, las negociaciones en Buenos Aires “giraron en torno a las tres dimensiones del desarrollo sostenible (económico, social y ambiental) como marco para una profundización de la asociación birregional”, así como a la necesidad de fortalecer el vínculo entre ambos bloques ante el actual escenario político y económico mundial, con miras a arribar a un “acuerdo mutuamente beneficioso y equilibrado”, en función de lo cual se pautó un cronograma de trabajo para el semestre presente.


En lo que va de año, un buen número de personalidades políticas de ambas regiones han demostrado una actitud positiva y dispuesta a avanzar para lograr, de una vez por todas, la concreción del Acuerdo. Otras personalidades han sacado a relucir posturas más renuentes y pesimistas, lo cual nos lleva a reflexionar sobre si efectivamente 2023 será el año en que el Acuerdo se materialice, o si se persistirá en la misma dinámica de pequeños avances y paralizaciones, sin arribar a ningún resultado próspero.


El acuerdo


Las negociaciones con miras a establecer un área de libre comercio birregional iniciaron en 1999, si bien sufrieron varias interrupciones hasta su reanudación en 2010, año a partir del cual se sucedieron diferentes rondas de negociación hasta llegar finalmente a la suscripción en 2019 del Acuerdo de Asociación Estratégica, cuyos capítulos versan sobre comercio de bienes, reglas de origen, obstáculos al comercio, medidas sanitarias y fitosanitarias, defensa comercial, propiedad intelectual, entre otros temas. El Acuerdo es de gran relevancia en tanto integra dos amplios mercados que abarcan un total de 800 millones de personas y alrededor de un cuarto del producto mundial.


Sin embargo, el Acuerdo quedó estancado inmediatamente. Los textos definitivos no han sido finalizados, persistiendo hasta la actualidad intentos por parte de algunos mandatarios de modificar su contenido, ni tampoco han sido ratificados por ninguno de los países integrantes, por lo cual aún no han entrado en vigor.


Dos importantes motivos que explican la paralización del Acuerdo son el bloqueo perpetrado desde Europa y la capacidad de veto de grupos de presión internos, que ven en el mismo una amenaza a sus intereses. Países como Francia o Países Bajos han sido tildados de “obstaculizadores”, apelando constantemente a una supuesta preocupación respecto de la gestión ambiental en los países del MERCOSUR como una justificación para mantener al Acuerdo en vilo.


Hechos que despiertan optimismo


El 1 de enero, Luiz Inácio Lula da Silva asumió como Presidente de Brasil, con una mirada ambiental en las antípodas de la de su antecesor y acompañado de un gabinete promisorio en la materia. De hecho, la postura de Bolsonaro frente al cambio climático y su gestión de la Amazonía representaban la principal inquietud para la UE, por lo que el giro de 180° dado por Brasil generó expectativas en torno a un posible descongelamiento del Acuerdo.


Avanzados los días de su gestión, Lula abordó el tema del Acuerdo durante conversaciones telefónicas con el presidente francés Emmanuel Macron y con la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Lo mismo hizo Alberto Fernández a fines de mes con el canciller alemán Olaf Scholz, durante su visita a Argentina.


También en enero, durante una visita a México, el vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmerman, expresó su deseo de “llegar finalmente a una conclusión rápida” y concretar el Acuerdo para antes de próxima Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea (Cumbre CELAC-UE) -a desarrollarse en el mes de julio-, señalando el “deber” correspondiente a los demás mandatarios europeos de contribuir a su prosperidad. Demás funcionarios manifestaron la misma voluntad durante una reunión de ministros de Comercio de la UE que tuvo lugar este mes en Estocolmo (Suecia), tales como Valdis Dombrovskis (Vicepresidente de la Comisión Europea), Johan Forssell (Ministro de Cooperación Internacional para el Desarrollo de Suecia) o Simon Coveney (Ministro de Empresa, Comercio y Empleo de Irlanda).


Más recientemente, durante la ronda en Buenos Aires, el embajador de la UE en Argentina, Amador Sánchez Ric, destacó el objetivo de las partes de “avanzar de manera firme para hacer del Acuerdo UE-MERCOSUR una realidad”.


¿Todo se mantendrá igual?


El 25 de febrero, durante la Feria Nacional de la Agricultura de Francia, Macron declaró que un acuerdo interbloque “no será posible” si los países del MERCOSUR no respetan las normas, restricciones y lineamientos ambientales impuestos por Europa. Francia ha sido uno de los principales objetores del Acuerdo, operando el sector ganadero francés como un grupo de presión que condiciona al gobierno al momento de avanzar en su implementación, reclamando “relaciones en pie de igualdad”. Esta lógica aparece en otros países europeos que alegan que sus productos están sujetos a mayores exigencias en comparación con los del MERCOSUR, lo cual deriva en una situación de pérdida de competitividad.


También desde nuestra región provienen signos de desánimo. El 15 de marzo, el presidente uruguayo y presidente pro tempore del MERCOSUR, Luis Lacalle Pou, manifestó su falta de optimismo, señalando la responsabilidad de “ambos lados del Atlántico” y mencionando como motivos de su desconfianza la importancia de la Amazonía para la UE, la manera en que Francia e Irlanda “juegan fuerte” en materia agrícola y el hecho de, presuntamente, haber escuchado días antes al gobierno argentino decir que habría que introducir nuevas modificaciones al contenido del texto. Cabe tener en cuenta la situación de desencuentro vigente entre el MERCOSUR y Uruguay, sobre todo en cuanto a la búsqueda por parte de éste de firmar un tratado de libre comercio con China por fuera del bloque.


Perspectivas a futuro


Mientras que países como Francia sólo vislumbran efectos perjudiciales y una situación de “desigualdad”, otros miembros de la UE (como Bélgica) ven en el Acuerdo MERCOSUR-UE un baluarte en el marco de la guerra ruso-ucraniana y la lucha comercial entre Estados Unidos y China, lo cual da cuenta de que no hay una postura europea uniforme al respecto.


Por otro lado, desde nuestra región también se producen acciones contribuyentes a su estancamiento, como son los persistentes intentos argentinos por revisar el contenido, las diferencias al interior del MERCOSUR e inclusive la oposición de grupos de presión ambientalistas locales (como es el caso de Amigos de la Tierra).


En conclusión, durante los tres primeros meses del año han tenido lugar hechos y declaraciones por parte de ambos lados, algunos prometedores y que han sembrado expectativas, otros que hacen presumir que todo permanecerá igual. La Cumbre CELAC-UE de julio de 2023 será una instancia esclarecedora, donde veremos si efectivamente se consumarán avances decisivos o no.


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