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Victoria M. Camera

Negocios Verdes: oportunidad empresarial hacia una mayor sustentabilidad

Hoy en día empresas de carácter global comienzan a incorporar al cambio climático en su perspectiva empresarial, porque perciben la existencia de una necesidad y una demanda del mercado


A siete años de las metas 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, los países deben tener como objetivo principal lograr economías limpias. Para ello, será fundamental promover negocios verdes, no solo que incorporen buenas prácticas de uso, sino también de mitigación al cambio climático. Es cierto que, a tan cerca de la fecha límite de las metas, existen innumerables incumplimientos. Por ello, es fundamental la búsqueda de la transformación de la realidad; desafío que no solo le cabe a los Estados nacionales, sino también al sector empresarial, que debe tomar la iniciativa frente a tal realidad.


Es cierto que los retos en este contexto son varios. En cuanto a la mitigación del impacto de las actividades económicas sobre los diversos ecosistemas, la relación es en gran medida con los cambios que son producidos por los efectos del cambio climático. A modo de ejemplo, es percibible cómo la eficiencia energética en las operaciones de los diferentes eslabones de la cadena de valor, cobra especial y vital importancia.


Por su parte, los negocios con base en el uso de capital natural, tales como actividades agrícolas, forestales o de turismo sostenible, requieren adaptar sus modelos de negocios a la implementación de diferentes prácticas que sean sostenibles, pero que a su vez atiendan a las nuevas tendencias de consumo, con preferencia a productos producidos bajo los estándares sanos, éticos y sostenibles. En la misma línea, el financiamiento de este concepto de nuevos modelos de negocios requiere de un financiamiento que debe ser traducido en una mayor competitividad empresarial, no solo en cuanto a innovación, sino además en desarrollo de productos, capital de trabajo y diversas certificaciones, lo que permitirá un mayor acceso a diversos mercados.


Cuando se habla de finanzas verdes, siempre se las ha vinculado a otras áreas de sostenibilidad dentro de los negocios, como inversión responsable, ambientales, de gobernanza, sociales, y financiamiento climático. No obstante, para que la incursión en negocios verdes sea eficaz, es necesario que las organizaciones cuenten no solo con factores ambientales y de bienestar, sino que además posean un impacto sostenible del proyecto y solvencia de la empresa. Este es el principal desafío que se le presenta al sector en la Argentina, si se pretende marcar una diferencia y volverse un negocio verde.


El Foro Económico Mundial, en colaboración con el Boston Consulting Group, ha realizado un informe titulado “Winning in Green Markets: Scaling Products for a Net Zero World”, en el cual se examina cómo las empresas pueden generar más negocios sostenibles, de manera que creen y den forma a mercados verdes. El Foro destaca que no solo los gobiernos, sino que también las empresas tienen un papel fundamental a la hora de proporcionar el capital, las tecnologías, políticas y legislación necesarias para cumplir los objetivos climáticos a tiempo, siendo este un gran desafío en la comunidad internacional.

Por ello, es posible reconocer que hoy en día empresas de carácter global comienzan a incorporar al cambio climático en su perspectiva empresarial, esto es porque perciben la existencia de una necesidad y una demanda del mercado. Mientras ello sea visible, la propensión a que las empresas evolucionen hacia negocios verdes es cada vez mayor. En este contexto, los efectos inmediatos del cambio climático afectan de manera directa a la rentabilidad de una amplia gama de industrias y sectores económicos, y por ello también a la competitividad en el mediano y largo plazo, lo cual acaba generando una toma de conciencia directamente relacionada a lo financiero, que lleva a las empresas a replantearse su manera de accionar.

La Organización Internacional del Trabajo, en un informe de publicación reciente, ha mostrado cómo las olas de calor durante las horas de trabajo limitan las capacidades físicas de los trabajadores, generando riesgos para la salud ocupacional y reduciendo de forma drástica la productividad de la fuerza laboral. Si bien la Argentina no es de los países más afectados por contingencias climáticas en el mundo, sí se encuentra ante una situación de vulnerabilidad; ejemplos como las altas temperaturas hasta el mes de marzo y la última bajante del Río Paraná, son de los más preocupantes.

Empresas de todos los sectores han ido adecuando sus procesos productivos en los últimos años, algunas impulsadas por lineamientos internacionales, otras, producto de un compromiso local para con el ecosistema y comunidades cercanas. Importa avanzar en la revisión de temas como huella hídrica y energética, prohibición de plásticos de un solo uso, productos libres de combustibles fósiles en su cadena productiva; todos ellos son claros ejemplos de impactos positivos y plausibles en las organizaciones del sector privado. Es cierto que las empresas que antes comiencen un proceso de mejora productiva en términos ambientales se encontrarán mejor paradas a la hora de tener que afrontar legislaciones más estrictas, o peor aún, impactos climáticos más severos de los hasta ahora experimentados.

Es claro que el cambio climático suma incertidumbre a un presente que en la Argentina ya de por sí es incierto en lo político-económico, aún más en un año electoral. Por tal motivo, gestionar el riesgo que viene asociado a los distintos tipos de impactos climáticos es una herramienta muy útil, tanto para los gobiernos locales como para las organizaciones en general. Ello permite identificar cuáles son las áreas de mayor vulnerabilidad en las que se debe trabajar y, en tal caso, mejorar la resiliencia.

Además de las iniciativas propias del sector empresarial, en la Argentina, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Trabajo, creó el Programa Empleo Verde, con la premisa de favorecer aquellas actividades de la economía que sean más cuidadosas en el uso de los recursos naturales y en el impacto ambiental. Dicho programa busca acompañar la transición hacia una sociedad más justa en términos sociales, económicos y ambientales, estableciendo como objetivos impulsar la creación de empleos verdes, promover la formación profesional en perfiles ocupacionales que sean ambientalmente sustentables y acompañar a trabajadoras y trabajadores en procesos de transición justa para reducir el impacto negativo que pueden generar los cambios en el mercado de trabajo.

En definitiva, el desafío es grande y el sector empresarial debe tener presente lo que conlleva a los líderes empresariales a replantear su estrategia corporativa, la cual deberá contar con objetivos claros para la reducción de emisiones, estar integrada y llevarse a cabo en cada una de las operaciones de la organización. No obstante, los objetivos internacionales para la Agenda 2030 requieren de ambiciosas transformaciones desde una perspectiva corporativa, y las cero emisiones netas son una meta posible y deseable para las empresas.



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