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Engaños a un clic de distancia: el avance del fraude digital en la vida cotidiana

En los últimos años, Argentina ha registrado un crecimiento exponencial en los intentos de fraude digital. Según datos de la firma internacional de ciberseguridad Kaspersky, durante 2024 y lo que va de 2025, los intentos de estafa por correo electrónico aumentaron un 300 %, cifra que supera ampliamente el promedio regional del 140 %. Este fenómeno evidencia la creciente sofisticación de las técnicas empleadas por los ciberdelincuentes, quienes aprovechan el contexto de hiperconectividad, la confianza excesiva de los usuarios en la tecnología y el bajo costo operativo de estos esquemas.


El sesgo cognitivo conocido como optimismo irreal —la tendencia a creer que las situaciones negativas afectan solo a otros— se traslada también al ámbito digital. Esta percepción errónea lleva a muchos usuarios a subestimar el riesgo de ser víctimas de engaños en línea, lo que facilita la efectividad de campañas de phishing, fraudes en redes sociales y suplantación de identidad.


Entre las modalidades más comunes se destacan los correos electrónicos que simulan provenir de empresas de logística o plataformas de pago, y que solicitan acciones urgentes vinculadas a envíos o compras retenidas. Estos mensajes redirigen a sitios fraudulentos, donde los usuarios ingresan datos personales y financieros. Aunque los sitios son genéricos y de diseño rudimentario, logran engañar a usuarios distraídos o apurados.


Otra técnica en expansión consiste en utilizar anuncios pagos en motores de búsqueda como Google. Mediante campañas en Google Ads, los estafadores posicionan sitios falsos que imitan los oficiales, incluso valiéndose de herramientas como Google Business para aparentar legitimidad. A pesar de los esfuerzos de las plataformas por detectar y bloquear este contenido, la velocidad y el volumen de estos fraudes dificultan su prevención.


Las redes sociales, por su parte, se han convertido en canales clave para la difusión de estas estafas. Campañas recientes en X (ex Twitter) han promovido falsas inversiones vinculadas a YPF, utilizando imágenes de celebridades y medios periodísticos simulados. Asimismo, proliferan las ofertas de “Mystery Boxes” en Instagram y Facebook, que prometen productos de alta gama a precios irrisorios. Estas campañas, diseñadas con estética profesional y testimonios falsificados, derivan en la desaparición de las cuentas tras recibir el pago o, en casos más graves, en la inscripción involuntaria a sistemas de cobro recurrente.


El análisis de estas estafas revela que, más allá de la sofisticación tecnológica, la clave de su éxito radica en factores psicológicos y conductuales: la urgencia, la distracción, y la confianza en plataformas digitales. Por ello, si bien las barreras tecnológicas son necesarias, la mejor herramienta preventiva sigue siendo la conciencia crítica del usuario.


Adoptar hábitos de verificación, desconfiar de ofertas demasiado generosas y tomarse el tiempo para confirmar la autenticidad de los sitios o perfiles, son medidas esenciales para mitigar el riesgo en un entorno digital cada vez más vulnerable.


Fuente: Nota de Rosario3

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