Negando el cambio climático, el Gobierno envía órdenes a distintos organismos de no participar en eventos, proyectos o actividades relacionadas a las metas globales de la ONU.
En estos días se dio a conocer, de manera extraoficial, una orden muy particular que se impartió en la Cancillería de la Nación: "revisar" todo lo relacionado con la Agenda 2030. Fuentes diplomáticas confirmaron a algunos portales de noticias la solicitud de Cancillería de “no asumir responsabilidades o participar en eventos relacionados con la agenda 2030”.
Un hecho de características similares ocurrió en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), donde muchos proyectos vinculados al cambio climático y a la Agenda 2030 están paralizados debido a temores de las autoridades del ente a recibir sanciones, o incluso a la orden de supresión total del organismo.
Esta posición del Gobierno Nacional no es novedosa, teniendo en cuenta, por un lado, la explícita opinión del Presidente de la Nación resaltada desde la campaña electoral y sostenida en lo que va de su mandato, que niega la existencia del cambio climático y ve los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como imposiciones ideológicas de izquierda. Por otro lado, cabe destacar que muchos seguidores de la ideología libertaria ven en la Agenda 2030 conspiraciones relacionadas al fin de la humanidad o al control mundial de todos los recursos por parte de un único Gobierno Mundial.
¿Qué es la Agenda 2030 y por qué es importante?
En el año 2015, la Asamblea de Naciones Unidas aprobó en el documento final de la cumbre 17 Objetivos que marcarían el rumbo del desarrollo internacional por los siguientes 15 años. Los mismos tienen que ver con el fin de la pobreza, la seguridad alimentaria, la vida sana, la educación inclusiva, la igualdad de género, la gestión del agua, el acceso a una energía asequible, el crecimiento económico, la construcción de infraestructura, la reducción de la desigualdad, la mejora y adaptabilidad de las ciudades, el consumo y la producción sostenibles, la acción climática, la conservación de los recursos marinos y los ecosistemas terrestres, el acceso a la paz y a la justicia y el fortalecimiento de los medios de implementación de dichos objetivos a través de las alianzas.
Además, cada uno de los objetivos cuenta con metas claras e indicadores para medirlas, lo que convierte a esta declaración en una gran hoja de ruta para la elaboración de políticas públicas, la articulación público privada y el trabajo conjunto de las naciones.
Más allá de las opiniones o las preferencias personales y políticas con respecto a la temática, es innegable entonces que la Estrategia 2030 se ha convertido en una facilitadora de la cooperación internacional, dado que es el documento que enmarca el trabajo con otros países, y es un lineamiento fundamental para recibir financiamiento extranjero, el cual nuestro país necesita con urgencia.
De esta manera, si bien el Gobierno Nacional realiza esfuerzos por enmarcarse ideológicamente opuesto a lo planteado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no podrá mantener esta posición por mucho tiempo si su objetivo es alcanzar un país con una economía abierta y desarrollada. Todos los espacios tienen sus normas, y los ODS son las de la arena internacional. Querer estar “fuera” de este marco afectará las relaciones internacionales de la Argentina y, sobre todo, su posibilidad de alcanzar un crecimiento que sea sostenible económica y ambientalmente.