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Superar la incertidumbre construyendo alianzas estratégicas

Foto del escritor: Diego SueirasDiego Sueiras

Para algunos analistas económicos, en Argentina venimos bien. Esto es un hecho real en referencia a términos estrictamente económicos, con la baja de la inflación y la relativa estabilidad macroeconómica consolidándose. Sin embargo, acciones como la negativa a dar quórum en el Congreso para debatir la Ley de Ficha Limpia, la falta de presentación de un presupuesto para 2025, la polémica en torno al nombramiento de miembros para la Corte Suprema de Justicia, los discursos de odio y los ataques al periodismo generan una preocupante inestabilidad institucional que nos lleva a cuestionarnos: ¿hacia dónde vamos? 


No escapa a esta situación de volatilidad el tema climático. La reciente retirada de la delegación argentina y de todos los representantes de Organizaciones de la Sociedad Civil de la COP29 en Azerbaiyán no sólo fue un error estratégico: también fue un papelón internacional. Este episodio dejó expuesta una alarmante incertidumbre sobre nuestra posición a nivel global. Parecemos un país a la deriva, como si estuviéramos esperando a la asunción de Trump el 20 de enero para decidir si continuamos o no dentro del Acuerdo de París. 


Hoy estamos en un negacionismo intermedio, un limbo incómodo que debe resolverse cuanto antes. Por ello, con un grupo de organizaciones presentamos una carta al canciller Gerardo Werthein, solicitándole una reunión para que nos informe acerca de cuál es el estado de situación de Argentina frente a los organismos internacionales, para entender dónde estamos y, sobre todo, hacia dónde vamos. La intención es poder colaborar y dialogar para buscar puntos en común que promuevan la lucha contra el cambio climático.

Esta situación nacional se complejiza cuando la insertamos en el contexto global. Venimos de tres COP consecutivas en países petroleros, presididas por figuras con lazos directos con la industria del petróleo, como fue el caso de la COP28 con Sultan al Jaber, director de la compañía petrolera estatal de los Emiratos Árabes Unidos. El país anfitrión marca el tono, y esto nos ha alejado de las discusiones importantes, como lo son los combustibles fósiles y su “phase down” y “phase out” (reducción estructurada y cese completo de su uso). En Azerbaiyán, por ejemplo, apenas figuró en la agenda, lejos de la relevancia que debería tener. 


Por eso, todos los ojos están puestos en la próxima COP30 en Brasil. Esta ocasión ofrece la oportunidad de volver a un espacio presidido por un gobierno democrático, donde la discusión institucional pueda encauzarse. En un contexto de cooperación entre la Unión Europea y el Mercosur, y con la posibilidad de ratificar un acuerdo comercial negociado por más de 25 años, se presenta como un hito regional, y puede ser un respaldo clave frente a cualquier intento de abandonar el Acuerdo de París. 


Consecuentemente, no podemos llegar sin preparación. La coyuntura política exige trabajar de manera más articulada con los subnacionales, integrando estos esfuerzos a redes internacionales como la coalición Under2 y las Alliances for Climate Action (en inglés, Alianzas para la Acción Climática) surgidas desde la World Wildlife Fund (WFF), además de fortalecer hermanamientos estratégicos, como el de Santa Fe con California. 

En Brasil está la posibilidad de conseguir el financiamiento que tanto necesitamos. Pero esto exige alianzas amplias, que incluyan al sector privado, teniendo en cuenta que muchas empresas y productores agropecuarios ya están comprometidos con la acción climática y con la descarbonización de sus matrices productivas. Desde la Alianza para la Acción Climática Argentina trabajamos en construir una voz común que integre actores diversos y potencie su impacto. Nuestro rol debe ser el de pontífices, constructores de puentes, que garanticen que los recursos que el gobierno nacional no administra lleguen a los subnacionales y al sector privado. Por eso, seguimos sumando gobiernos provinciales, como fueron los casos de Jujuy y Córdoba, para que, trabajando de forma coordinada con las Organizaciones de la Sociedad Civil, las empresas y la academia, podamos construir un futuro sostenible. 


Necesitamos un plan de trabajo sólido y objetivos concretos. No podemos ir con agendas separadas. La acción climática no puede esperar: debemos transformar la incertidumbre en estrategia, el negacionismo en liderazgo, y la desconexión en alianzas.

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