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Boom petrolero en América Latina

De acuerdo a los datos proveídos por la Agencia Internacional de Energía (AIE), se estima que en la próxima década la producción global del petróleo se incrementarán en 5,8 millones de barriles diarios, siendo Latinoamérica responsable por una cuarta parte de esa oferta adicional, en tanto constituye la segunda región con más recursos petroleros del mundo, después de Medio Oriente.




Se prevé también la reversión de dicha tendencia para el 2030 a medida que las energías renovables vayan ganando terreno sobre la industria de los combustibles fósiles. Si bien algunos expertos se muestran escépticos a que se logren cambios radicales en la demanda del petróleo, siguiendo las tendencias de los últimos años, la AIE proyecta que para el 2027 el peso de las renovables en la matriz energética global alcanzará el 38%, convirtiéndose la energía solar en la fuente de energía más importante.

En el marco de uno de los puntos más críticos de la emergencia climática y del subsecuente aumento de los compromisos ambientales asumidos por los gobiernos nacionales y el sector empresarial, el boom petrolero coetáneo en la región pareciese ser una contradicción. Dicho fenómeno se explica en la recuperación de la demanda de combustible desde la Pandemia -alcanzando niveles máximos en el caso de China, entre otros países-, y en los recortes masivos de la producción de crudo de Rusia, Arabia Saudita y sus aliados de la OPEP+. La tendencia al alza en la demanda, sumada a la escasez de oferta, se traduce en un incremento sostenido de los precios y, por tanto, en un mayor atractivo para invertir en el sector.


Liderazgos obsoletos

Al analizar el boom petrolero en la región, resulta menester destacar el declive de las antiguas naciones líderes en la industria -tales como Venezuela, México, Ecuador y Colombia-, cuyos niveles de producción han quedado obsoletos en términos relativos a partir de la conjunción de factores políticos, económicos y ambientales.

En México la producción alcanzó su punto máximo en 2004; desde entonces los volúmenes comercializados registraron una caída de casi el 50%. Frente a esta situación, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pretendió impulsar el desarrollo de Pemex, la petrolera estatal, otorgándole millones de dólares en exenciones fiscales y otras ayudas financieras. No obstante, hasta la fecha no se han logrado avances significativos y, por si fuera poco, Pemex se consagra como la empresa petrolera más endeudada del mundo, con más de US$100.000 millones en su haber. Venezuela, el país que hace 20 años ocupaba el tercer lugar entre los productores más grandes de la OPEP, desde entonces ha perdido el 78% de su capacidad. La producción de petróleo venezolano se desplomó desde 3,4 millones de barriles diarios en 1998 a 700.000 en la actualidad, caída que se explica por la profunda crisis económica y política que atraviesa el país. En el caso de Ecuador, las cifras de julio de 2023 indican que la producción de petróleo ha caído un 8% respecto al año anterior y los especialistas pronostican una caída del 20% para el 2028 en comparación a los niveles actuales de producción. La dependencia de la economía ecuatoriana a los ingresos fiscales por exportación del crudo podría desencadenar una crisis económica capital para Quito. Colombia es otro bastión petrolero histórico que ha visto fuertemente disminuida su producción. En este caso en particular, se trata de una caída dirigida por el Estado, ya que el gobierno del Presidente Gustavo Petro ha concentrado sus esfuerzos en propulsar la transición energética del país, concediendo licencias para proyectos de energías verdes por miles de millones de dólares. “Tenemos que generar 8 gigawatts de energía limpia, pero solo tenemos instalada una capacidad de 0.8 gigawatts; la transición energética significa transformar, hasta pensar en un nuevo modelo de mercado” declaró el dirigente a comienzos del 2023.

Liderazgos emergentes El nuevo capítulo de la explotación de oro negro en la región estará protagonizado por Guyana, Brasil y, en menor medida, Argentina.

En 2015, la petrolera estadounidense ExxonMobil se instaló en Guyana en busca de reservas de crudo. Hace menos de 4 años comenzaron a extraerse los primeros barriles de petróleo en el país, desde entonces la producción del hidrocarburo creció a una velocidad vertiginosa. De cumplirse las proyecciones esperadas, Guyana habría de convertirse en el país que produce más barriles por habitante del mundo, superando a Kuwait.

Aprovechando la pujante demanda de crudo que se anticipa para esta década, el gobierno guyanés destinó todos sus esfuerzos a potenciar este sector, a pesar de haberse comprometido años antes con la preservación del capital natural de la nación caribeña en pos de un crecimiento económico en clave sostenible. Este cambio de dirección se explica en la condición de extrema pobreza en la que se encontraba sumida el pueblo guyanés y al impacto subsecuente que ha tenido en su economía el descubrimiento de yacimientos petrolíferos en el territorio, traducido en un aumento del 20,1% del PBI en 2021 y del 57,8% del PBI en 2022.

Por su parte, Brasil se erige como el mayor productor de petróleo de América Latina desde 2017, año en el que superó los volúmenes de crudo comercializados por México, principalmente gracias al hallazgo de yacimientos presalinos submarinos. Desde entonces, el país amazónico ha aumentado su producción de forma sostenida, llegando a ocupar el noveno puesto mundial en 2022, por delante de Kuwait.

Tanto Brasil como Guyana trabajan el crudo de una manera más eficiente y redituable que los productores vecinos y emiten una menor cantidad de CO2 por barril producido, frente a la media mundial. Si bien la explotación del crudo resulta altamente contaminante en todas sus formas, esta particularidad que revisten los yacimientos brasileños y guyaneses vuelve más atractivo su producto en el mercado internacional.

Otro país que impulsó su producción petrolera en los últimos años es Argentina, fundamentalmente a partir del desarrollo de Vaca Muerta, el cuarto yacimiento de petróleo de esquisto más importante del mundo. En enero de 2023, Argentina alcanzó el mayor volumen de producción de petróleo desde 2008, según los datos proveídos por la Secretaría Nacional de Energía.

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