En un contexto global marcado por la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, abordar la deforestación se ha vuelto crucial.
La Unión Europea (UE) ha lanzado la Regulación sobre la Deforestación de la Unión Europea (EUDR), una ambiciosa política diseñada para frenar la deforestación a nivel mundial. Esta normativa tiene como objetivo asegurar que los productos que entran o salen de la UE estén libres de deforestación, ofreciendo tanto desafíos como oportunidades para sus socios comerciales.
La EUDR nace a partir de la urgencia de enfrentar una crisis alarmante: entre 1990 y 2020, el mundo perdió más de 420 millones de hectáreas de bosque, un área superior a la de la India. Esta deforestación sin precedentes ha provocado emisiones masivas de gases de efecto invernadero y ha acelerado la pérdida de biodiversidad. En el contexto del Pacto Verde de la UE, la EUDR busca abordar esta crisis y contribuir a la meta de alcanzar la neutralidad climática para 2050.
La regulación impone estrictas exigencias para las empresas que comercializan productos denominados “de alto riesgo”, tales como aceite de palma, soja, madera, cacao, café y ganado. Estas empresas deberán demostrar que sus productos están "libres de deforestación", es decir, que no provienen de tierras deforestadas después del 31 de diciembre de 2020.
A diferencia de regulaciones ambientales previas, la EUDR se aplica tanto a productos nacionales como importados. Al hacerlo, envía un contundente mensaje a los productores a nivel global: los bienes asociados a la deforestación no serán aceptados en uno de los mercados más grandes del mundo.
Desafíos y oportunidades para los países productores
Para los países exportadores de materias primas, la EUDR plantea desafíos significativos. La implementación de sistemas de trazabilidad y de diligencia requiere inversiones considerables; lo cual puede resultar particularmente difícil para los pequeños agricultores, quienes muchas veces carecen de recursos y capacidades técnicas para adaptarse a los nuevos estándares. A su vez, los sistemas de trazabilidad están a menudo subdesarrollados y los costos asociados al cumplimiento son altos.
Aunque estas exigencias puedan parecer abrumadoras, especialmente para las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), los beneficios a largo plazo son claros. Los países que se adapten a la EUDR obtendrán una ventaja competitiva en el mercado global, mejorando su reputación y estableciendo alianzas con consumidores e inversores que priorizan la sostenibilidad.
Además, la regulación promueve el fortalecimiento de las protecciones ambientales, fomentando una mejor gobernanza forestal y prácticas agrícolas sostenibles. Así, los países no solo salvaguardan su acceso al mercado europeo, sino que también se posicionan como líderes en agricultura responsable.
La aplicación de la EUDR será rigurosa, con los Estados miembros realizando inspecciones y estableciendo sanciones severas, que pueden incluir multas de hasta el 4% de la facturación de una empresa dentro de la UE y la confiscación de bienes.
Para facilitar una transición efectiva, es esencial que los gobiernos establezcan marcos legales y políticas de apoyo, mientras que las empresas deben invertir en desarrollo de capacidades que empoderen a agricultores y exportadores. Además, los organismos internacionales pueden ofrecer asistencia técnica, financiamiento y tecnología para cerrar la brecha entre la ambición y la implementación.
La EUDR representa una oportunidad única para que los países productores de materias primas reformen su sector productivo, fomenten el desarrollo sostenible y aseguren su lugar en el mercado global. Adoptar un comercio libre de deforestación les permitirá desempeñar un papel vital en la creación de un futuro más verde y sostenible para el planeta.