El fenómeno que comenzó en el año 2020 evidencia consecuencias en sectores que afectan desde el comercio y la economía argentina, hasta el medio ambiente y la fauna autóctona de la nación
El río Paraná es el segundo río más largo de Latinoamérica y es de suma importancia para la economía, el ecosistema y la población de todos los países que son atravesados por él. Con el pasar de los años, las consecuencias que trajo la situación de sequía aumentan en magnitud, y, si bien no son todas visibles para los ciudadanos, es evidente que afectan a la sociedad en una escala mayor de la que se cree.
La disminución del caudal del río se puede atribuir a dos factores principales: la alteración de los patrones de lluvias debido al calentamiento global y la deforestación de la Amazonía, ya que son los árboles de la selva los que liberan vapor a la atmósfera que luego cae en forma de lluvia, abasteciendo al Paraná. Antonio Nobre, investigador del Centro de Ciencia del Sistema Terrestre del Instituto de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil explicó a BBC Mundo que “un árbol frondoso, con una copa de 20 metros de diámetro, transpira más de 1.000 litros de agua en un sólo día”. Con el creciente problema de la deforestación, las zonas que se abastecen de esta humedad liberada sufren de la falta de lluvias. La sequía afecta el equilibrio natural de las zonas transitadas por el río del cual dependen centenares de especies animales y vegetales.
En materia ambiental, la sequía del río tuvo efectos negativos en la ganadería, agricultura y las especies ictícolas. Según detalla el ministro de Producción de Santa Fe, Daniel Costamagna, se han perdido alrededor de 3.000 cabezas de ganado por la extrema sequía en el norte de la provincia. En un intercambio con la emisora LT10 de Santa Fe, el funcionario afirmó que “en este momento murieron unos 10.000 bovinos”. Además, a fines del año 2022, los productores agrícolas de las zonas afluentes debieron paralizar los trabajos de siembra debido a la falta de humedad del suelo y la ausencia de lluvia. En relación a la fauna ictícola, es visible una reducción de la especie de sabalitos. Este pez que se encuentra en las aguas del Paraná es de suma importancia para la manutención del ecosistema, debido a que se encuentra en la parte superior de la pirámide alimenticia de las otras especies, por lo cual es una especie a proteger: sin ella, desaparece la mayoría de la fauna que habita el río.
Por otro lado, los problemas vinculados al comercio se pueden observar desde distintos ejes. El río Paraná, junto con el río Paraguay, su afluente, forman la llamada hidrovía Paraná-Paraguay, que conecta puertos de Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Brasil, y cuenta con más de 3.400 km de largo. La hidrovía constituye una de las reservas hídricas más importantes del mundo, ya sea por el caudal de ríos que desembocan en ella, como también por la diversidad biológica del área, y además por la gran actividad económica que se desarrolla en ella. Por supuesto que esta fuente natural y de comercio de latinoamérica y del globo también se ve afectada por la sequía. La mayor parte de la hidrovía transita por Argentina, siendo el mayor exportador de granos y derivados por esta vía. La baja del caudal obligó a los enormes barcos que transitan por allí a limitar su capacidad de carga, encareciendo los costos de transporte.
La situación de la bajante provocó que los costos se eleven de manera significativa para el sector agroindustrial exportador up-river, la zona que reúne a los puertos más importantes del país. La posibilidad de cargar menos toneladas por buque y relocalización de cargas vía terrestre incrementa el costo de colocar la producción en los mercados externos y hace que la competitividad del mercado argentino disminuya. Por ejemplo, según informes de la Bolsa de Comercio de Rosario, en el año 2021 Argentina perdió US$620 millones en exportaciones de harina y aceite de soja. A saber, el Nodo portuario del Gran Rosario es uno de los mayores complejos portuarios agroexportadores del mundo, lugar que sufre dificultades para su funcionamiento debido a las sequías incesantes desde el año 2020. Otro aspecto a considerar es el hecho de que se considera que el transporte de carga usando camiones es más contaminante que el uso de barcos. Según BBC, “mientras que el transporte por camión produce 100 gramos de CO2 por cada tonelada por kilómetro transportado, en la vía fluvial son 20 gramos”
En adición, la sequía del Paraná es aprovechada por actividades de contrabando. Durante la pandemia, al cerrarse las fronteras terrestres, personas de Argentina y Paraguay aprovecharon la situación del río para cruzar ilegalmente de un país al otro sin ningún tipo de control. Pero el Paraná también se utiliza para el tráfico de mercaderías, no solo de Argentina, sino también tanto de Brasil como de Paraguay. El contrabando argentino, por su parte, afectó de forma significativa a la industria de la avicultura de Paraguay. Durante un tiempo sostenido se registró la entrada ilegal de pollos y huevos, según lo denunciado por el presidente de la Asociación de Avicultores del Paraguay (Avipar), Pablo Mauger.
Definitivamente, las problemáticas relacionadas a la sequía del río Paraná no son pocas y su gravedad es muy significativa. Desde el 2020 el río se ve afectado por bajantes que nunca parecieron recuperarse del todo, y la situación se deteriora lentamente. Desde problemas que afectan el bienestar de los ciudadanos, cuestiones relacionadas con la fauna autóctona de nuestro país y de latinoamérica, hasta la incertidumbre en relación a la actividad comercial argentina ligada a la hidrovía Paraná-Paraguay. Es evidente que por todas estas cuestiones el Paraná es una valiosa fuente natural que requiere de medidas de protección y conservación, por su papel central en los ámbitos ambiental, económico, productivo y social.