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Foto del escritorDiego Sueiras

La revolución de la transición

Es verdad que no existe revolución sin revolucionarios, como planteaba San Martín. Para poner en funcionamiento una revolución, las capas del poder, de la producción, de la sociedad y de la economía pueden crujir, y hasta en algunas situaciones llegan a quebrarse.


Está claro que en la gestión de gobierno debe haber planes ambiciosos donde la idea de cambio se materialice, los cuales se impulsen en forma veloz, para que no queden en intentos que terminan en fracasos.


También es verdad que no hay evolución sin evolucionistas, que tengan una lectura responsable de la realidad y la convicción necesaria para ejecutar el cambio. Nuestra generación y nuestros países están absorbiendo los avances siderales en tecnología que impactan en la forma de comunicarnos y ponernos de acuerdo, lo cual significa mucho más profundo que solo tolerarnos para poder desarrollarnos de una vez por todas en comunidad.


Esta generación es la que tiene que aceptar que nuestra Tierra es finita, más allá de los informes del IPCC, porque lo estamos comprobando día a día viendo como se está transformando el hábitat que conocíamos. En esta dicotomía encontramos supuestos antagonistas que deben comenzar a comprenderse y trabajar en conjunto. Después de comprenderse, para que una evolución tome impulso y se mantenga en el tiempo se debe recuperar la confianza, a partir de la cuál todos están dispuestos a crecer y desarrollarse, pero también a ceder y transformarse.


La reconversión que debemos adoptar para seguir viviendo en este planeta está vinculada al cambio de matriz energética. Para ello, los que lucran con la producción del combustible fósil deben dejar de hacerlo, y se debe potenciar el financiamiento y la posibilidad de establecer energías renovables. El sistema de producción en las industrias, en el campo y hasta en los servicios deberá aggiornarse a esta idea para poder salvarnos y lograr un mundo viable a largo plazo.


Este proceso que abarca todas las áreas de la vida cotidiana debe estar signado por un gran poder de diálogo y convencimiento. Se tiene que entender que convencer es vencer-con, es decir, vencer unidos. De lo contrario, la famosa brecha se multiplicará y se escucharán solo los que piensan igual.


Los Ministerios, como los de Economía y Producción, deberán aceptar la importancia de otros Ministerios, como el de Ambiente, que asumirán cada vez mayor importancia, tensionando cada decisión de forma transversal. Es revolucionario entender que necesitamos una evolución de la transición. Un ejemplo de ello es el Ministerio Para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, de España, que se replicó en otros Estados, los cuales intentan articular entre decisiones políticas y asignaciones presupuestarias que se traducen en costos y beneficios ambientales.


La FNGA, desde hace 32 años, busca crear políticas de Estado en materias centrales como relaciones internacionales, ambiente, fortalecimiento de la democracia, tecnología y trabajo. Hoy más que nunca estamos convencidos de que éste es el camino, por lo que buscamos crear espacios de bandera blanca entre desiguales para que no quede solo en gestos y palabras sino en hechos concretos.

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