En 2021, cuatro ONG francesas demandaron al Estado francés por inacción climática, en busca de obligar al gobierno a tomar medidas más ambiciosas para combatir el cambio climático
La capacidad de tomar conciencia y de, en base a ello, accionar para buscar soluciones a las problemáticas de nuestra sociedad, es una virtud fundamental que nos ayuda a lograr el bien común. Así lo remarcaba el filósofo francés François Rabelais en su frase “Science sans conscience n’est que le ruine de l'âme” (“La ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma”), dando cuenta de la necesidad de adquirir un conocimiento reflexivo como requisito para lograr el progreso. Podemos transportar esta idea a múltiples aspectos y dimensiones de la vida humana, entre ellas, la del medio ambiente: sin concientización y compromiso ambientales por parte de la ciudadanía, no es posible avanzar y lograr resultados concretos en la lucha contra el cambio climático.
Estas virtudes se demostraron en Francia con el “Caso del Siglo” (“L’affaire du siecle”), demanda interpuesta por cuatro ONGs ambientales contra el Estado francés debido al incumplimiento de los compromisos adoptados en diferentes instrumentos internacionales -tales como el Acuerdo de París- y de su obligación de proteger los derechos humanos y el medio ambiente, con el objetivo de obligar al gobierno a tomar medidas más ambiciosas en la lucha contra el cambio climático.
El Caso del Siglo comenzó en 2018, cuando Greenpeace, Oxfam, Our Business y Fundación para la Naturaleza y el Hombre lanzaron una petición en línea para solicitar al Estado francés que cumpliera sus compromisos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La petición rápidamente reunió más de dos millones de firmas, convirtiéndose en la más firmada en la historia de Francia. El papel político adoptado por reconocidos youtubers franceses en la mediatización de la petición, quienes apelaron a los ciudadanos a través de las redes sociales, contribuyó en gran medida a generar un despertar en la sociedad que se tradujo en la enorme adhesión y en la realización de múltiples manifestaciones y huelgas, protagonizadas predominantemente por jóvenes. Ante la ausencia de una respuesta satisfactoria por parte del gobierno, las mencionadas ONGs decidieron llevar el caso a los tribunales en marzo de 2019, presentando una demanda ante el Consejo de Estado -el más alto tribunal administrativo de Francia- por incumplimiento de los compromisos asumidos en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y de sus obligaciones en materia de lucha contra el cambio climático, exigiendo que el gobierno tome medidas para proteger el medio ambiente y la salud pública. En un principio, el gobierno intentó conseguir la anulación del caso, alegando que las organizaciones demandantes no tenían legitimidad para llevarlo a tribunales. Sin embargo, en febrero de 2021, el Consejo de Estado reconoció su admisibilidad. Por su retraso en la adopción de las medidas ecológicas, el Estado fue condenado a pagar 30 millones de euros en multas. ¿Un gran paso adelante? El Caso del Siglo se considera histórico tanto por tratarse de la primera acción legal en Europa dirigida contra un Estado por incumplimiento de obligaciones en materia de cambio climático como por haber despertado el interés de muchos otros países y organizaciones de todo el mundo. En Argentina, por ejemplo, las organizaciones de defensa del medio ambiente han saludado el accionar de las ONGs francesas. Como miembro de la comunidad internacional, Argentina también ha asumido compromisos en la lucha contra el cambio climático, a lo que se suma la crisis climática por la que el país atraviesa. La inspiración en el “Caso del Siglo” se hizo visible en la demanda colectiva al Estado argentino, al Ministerio de Ambiente y a la Secretaría de Energía presentada ante la Justicia en 2022 por diversas organizaciones ambientales -entre ellas, Greenpeace- para evitar que el mar argentino caiga en las garras de la industria petrolera y que se agrave la mencionada crisis, habiendo obtenido resultados fructíferos. En definitiva, el Caso del Siglo representa un fuerte símbolo de la necesidad de actuar con rapidez y decisión para limitar los devastadores efectos que el cambio climático tiene sobre nuestro planeta y nuestra sociedad, y pone de relieve la importancia de destinar esfuerzos para enfrentar la problemática y cumplir con los compromisos internacionales en la materia. La victoria de las ONGs en Francia, podría incitar a otros países y organizaciones a emprender el mismo camino. Consecuencias: ¿utilidad real o símbolo? Sin embargo, también se debe subrayar que el Caso del Siglo no garantiza necesariamente un cambio significativo a corto plazo. Las decisiones adoptadas por el gobierno francés en el marco de este caso pueden más bien resultar simbólicas antes que lograr un verdadero impacto, y existen probabilidades de que el caso no produzca los resultados esperados. Además, aunque el Caso del Siglo redunde en un éxito para las ONGs (y, en última instancia, para la sociedad toda), la aplicación de medidas realmente eficaces para hacer frente al cambio climático sigue siendo un reto complejo y difícil. Por ello, serán necesarias una mayor cooperación internacional, políticas gubernamentales sólidas y una mayor concientización pública. En conclusión, el Caso del Siglo en Francia ha sido un hito que marcó un antes y un después en lo que refiere a la concientización y el accionar en materia de cambio climático, así como también contribuyó a poner especial énfasis en la necesidad de que los gobiernos implementen medidas efectivas en relación con ello. Sin lugar a dudas este caso ha ayudado a poner sobre la mesa la problemática referida a la urgencia de actuar en pro de la protección de nuestro planeta y nuestro futuro. Jules Nouaille y a Raphael Marguerat, dos estudiantes de la Escuela de Negocios de París, junto a Diego Sueiras, presidente de la FNGA. Jules y Raphael están realizando una práctica pre-profesional en la fundación. Los intercambios culturales y académicos internacionales son una herramienta poderosa para construir puentes entre distintas naciones y fomentar la cooperación, la tolerancia y el diálogo a nivel global. Además, iniciativas de esta índole promueven el entendimiento y el respeto hacia otras culturas.