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Foto del escritorAlejandro Bigot

Innovación ambiental en redes de distribución de energía

Desarrollo de fluidos aislantes biodegradables para transformadores eléctricos, basados en aceites vegetales.

A nivel internacional, desde hace algunos años ha comenzado a estudiarse el uso de aceites vegetales como aislantes y refrigerantes en transformadores eléctricos, apuntando a reemplazar los aceites derivados del petróleo, utilizados históricamente en el sector de la distribución de energía. Por razones de preservación del ambiente, existe interés en desarrollar nuevos fluidos de base vegetal, en función de su biodegradabilidad y su origen en fuentes renovables. Estos materiales verdes presentan además un menor riesgo de incendio, asociado a sus elevados valores de punto de ignición y combustión, los que duplican los correspondientes a los aceites minerales. Ante un caso de derrame, los microorganismos del suelo tardan menos de un mes en hacer desaparecer todo rastro de un aceite vegetal, mientras que para un aceite de petróleo ese lapso de tiempo se extiende a casi un siglo. La diferencia es notable.


El aceite de soja se produce en grandes volúmenes en la República Argentina. Sin embargo, para ser usado como aislante eléctrico resulta inestable debido a su grado de insaturación relativamente alto (número de dobles ligaduras presentes en las moléculas de ácidos grasos que constituyen el éster o aceite). De aquí que el material requiera de una transformación química que asegure la necesaria estabilidad a la oxidación. A través de un consorcio integrado por profesionales e inversores privados y la Universidad Nacional del Litoral, se desarrolló un método de industrialización orientado en el sentido indicado, apuntando a un objetivo que adquiere relevancia estratégica regional, al abrir nuevas opciones de agregado de valor sobre una manufactura de origen agrícola altamente difundida en el país, y en el Cono Sur desde una visión geográfica más amplia. Esta tecnología se encuentra protegida por una patente otorgada por el INPI (Instituto Nacional de la Propiedad Industrial), ofreciendo a las empresas de distribución de energía una alternativa ecológica para transformadores emplazados en zonas críticas.


El fluido dieléctrico desarrollado contribuye a mejorar la relación de las empresas de energía con el medio ambiente y el entorno humano, especialmente en zonas urbanizadas, donde la concentración de población plantea un factor de alta sensibilidad. Desde este enfoque se concretó una experiencia de campo junto a la Usina de Tandil, para la instalación de un transformador ecológico (100 KVA), en un barrio sustentable de esa ciudad.


Toda innovación ambiental que se introduce en el sector eléctrico representa una contribución de alto impacto, y se inscribe en la creciente preocupación pública por el desarrollo sostenible. Como resultado de la cooperación entre emprendedores privados e instituciones del sector científico-tecnológico (UNL-INCAPE-CONICET), se logró una tecnología y un producto que promueven un salto cualitativo en materia de conciencia ambiental en la distribución de energía, por medio de la utilización de un aceite aislante y refrigerante de base vegetal, biodegradable.



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