Frente a la escasez, volvió a ponerse en debate el lugar que tienen los biocombustibles en la matriz energética de la Argentina, principalmente el biodiésel.
La crisis de escasez de combustibles dificulta hace semanas la situación socioeconómica en la Argentina. Esta vez, el faltante es de gasoil, lo que significa un importante golpe para los sectores agropecuarios, el transporte y las economías regionales.
Las causas varían según quién lo analiza: desde el gobierno se argumenta que la falta de gasoil se debe a la fuerte “puja internacional para su obtención”, lo que ha disparado los precios a nivel mundial; sumado al incremento de la demanda por el crecimiento de la economía. Desde el sector privado, Ezequiel Mirazón, socio a cargo de Energía en PwC Argentina, una importante consultora multinacional, sostiene que "la situación del gasoil se resume en la falta de planificación estratégica que tiene el país en lo que es materia energética. Es un tema más de todo lo que nos estamos enfrentando, como es también la falta de gas y la necesidad de importarlo, en un país que tiene recursos para exportarlo". Asimismo, el Instituto Argentino de Energía General Mosconi (IAE Mosconi) elaboró un informe en el que explica que la crisis del gasoil tiene sus orígenes en la falta de organización por parte del gobierno: por un lado, la producción doméstica de gasoil del Parque de Refinerías es insuficiente para abastecer la demanda interna, y por el otro, “no fue cubierto por importaciones de gasoil oportunas para abastecer el mercado, lo cual pone de manifiesto una falla en la programación por parte de los productores y una incapacidad de la Secretaría de Energía para implementar soluciones”.
En este contexto en el que no hay acuerdo acerca de las causas de la crisis, y frente a la incapacidad del gobierno de dar una solución efectiva en el corto plazo, volvió a ponerse en debate el lugar que tienen los biocombustibles en la matriz energética Argentina, principalmente el biodiésel.
En agosto del año 2021, el gobierno sancionó una nueva ley de biocombustibles (Nº 27.640) que, a diferencia de la anterior (Ley Nº 26.093 del año 2006), quitó el sistema de promoción para este tipo de combustibles. A partir de esta nueva ley, el corte obligatorio de biodiésel (la mezcla obligatoria de biocombustible en los combustibles de origen fósil) pasó a ser del 5%, con la posibilidad de aumentar dicho porcentaje o bien disminuirlo hasta el 3%, cuando el incremento en los precios de los insumos básicos para la elaboración del biodiésel pudiera distorsionar el precio del combustible fósil en el surtidor.
En el marco de esta ley que desalienta la producción y utilización de biocombustibles, y a partir de la coyuntura de crisis que viene en agravamiento en estas últimas semanas, variados sectores argumentaron la necesidad de reformar estos porcentajes de corte obligatorio. Referentes políticos de las provincias de Córdoba y Santa Fe propusieron aumentar del 5 al 20% el corte, en consonancia con la postura de las Bolsas de Cereales y de Comercio de varios puntos del país, que pidieron recientemente a las autoridades nacionales establecer que, más allá del corte obligatorio vigente del 5%, las empresas mezcladoras puedan usar biodiesel hasta un máximo del 20%. Estos sectores fundamentan que nuestro país cuenta con las condiciones necesarias para la producción de este tipo de insumos, pudiendo llegar a sustituir más de un millón de toneladas de importaciones de gasoil, con la ventaja de constituir un proceso de fabricación 100% nacional. Inclusive, las 4 entidades de la mesa de enlace, integrada por la Sociedad Rural, las Confederaciones Rurales (CRA), la Federación Agraria y Coninagro, pidieron que se incremente el corte.
Frente a este tipo de presiones externas, el gobierno nacional oficializó a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) el aumento del corte mínimo obligatorio, pasando del 5% al 7,5%, con la particularidad de un adicional del 5% extra por el plazo de 60 días. El volumen adicional, que da un total de 12,5% “podrá ser contratado libremente por las refinerías entre todos los productores con un precio máximo igual a la paridad de importación de Gasoil”, según aclaró Darío Martínez, Secretario de Energía de la Nación. Sin embargo, en este complejo entramado de posicionamientos y decisiones políticas que están presentes en la agenda mediática a diario, poco se habla de la importancia de los biocombustibles para el cuidado ambiental, el cual es un punto de análisis fundamental a tener en cuenta a la hora de planificar a largo plazo la matriz energética de nuestro país, y su sostenibilidad en el tiempo.
A diferencia del gasoil, que se elabora a partir de hidrocarburos, el biodiésel es un combustible renovable que se produce a partir de cualquier aceite vegetal virgen o usado, o de grasas animales. El rendimiento energético de ambos combustibles es esencialmente el mismo, y el resultado es un combustible que sustituye al gasoil, que puede mezclarse en cualquier proporción con éste o utilizarse puro y que es 100% biodegradable. A su vez, su utilización reduce partículas (smoke) en más de un 50% y las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un ciento por ciento, y está libre de sulfuro, benceno y aromatizantes potencialmente cancerígenos.
El aumento de la producción de este tipo de combustibles beneficiaría a grandes regiones, pero principalmente a la provincia de Santa Fe, que ya cuenta con 18 de las 28 plantas productoras de biodiésel del país, y que tiene un gran potencial de expansión en el sector. A diferencia de las fuentes de energía como el gas o el petróleo, el biodiésel no requiere grandes inversiones ni tecnologías altamente complejas, lo que permite que sea producido por PyMEs a pequeña escala y con variados insumos.
Frente a todas estas ventajas, es momento de plantearse la incoherencia de estar viviendo reiteradas crisis energéticas en Argentina, un país con plenas capacidades de producir biocombustibles.
En tiempos en que el mundo está reestructurando sus fuentes de consumo energético, Argentina está desperdiciando grandes oportunidades de posicionarse como país líder en producción de energías verdes, por falta de decisión política y planificación estratégica. La coyuntura amerita considerar los múltiples beneficios que traerían aparejados una mayor diversificación en materia de energía, fusionando los deseados beneficios económicos con los socioambientales.