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Victoria M. Camera

Cerrando la Brecha Climática: la importancia del financiamiento

Victoria M. Camera

Directora del Área de Fundraising y Negocios Verdes en Fundación Nueva Generación Argentina



En un mundo cada vez más amenazado por el cambio climático, las políticas ambientales y el financiamiento climático emergen como pilares esenciales para asegurar el futuro sostenible de nuestra sociedad.


En la reciente COP28 celebrada en Dubái en diciembre de 2023, el financiamiento climático ocupó un lugar central, aunque las promesas financieras distan considerablemente de satisfacer las necesidades, especialmente en áreas críticas como la transición hacia energías limpias, particularmente en países en desarrollo.


Para conseguir dicha financiación, es importante remarcar la importancia y la necesidad de reformar la arquitectura financiera multilateral, acompañado del establecimiento de fuentes de financiación nuevas pero a su vez innovadoras. Como ha dicho en algún momento el Secretario General de la OCDE, Mathias Cormann, si bien es cierto que la financiación climática se mantiene por una senda alcista, es imperativo elevar los esfuerzos en materia de adaptación. ¿Y por qué es tan importante la financiación para la adaptación? Para crear resiliencia, que no es otra cosa que la capacidad de adaptación. En otras palabras, la financiación, sea pública o privada, es fundamental para cerrar la brecha que existe hoy entre lo que sufre nuestro planeta y las inversiones en acción climática, particularmente en sistemas de energía limpia, agricultura, silvicultura o el uso de la tierra. En conclusión, la creación y disponibilidad de instrumentos financieros adecuados es un catalizador esencial para el crecimiento. 


Los gobiernos de la región latinoamericana también están poniendo su granito de arena. Entre las medidas más eficientes que se han llevado a cabo se encuentran los incentivos fiscales, financieros y regulatorios para fomentar la creación, formalización y expansión de las empresas; la mejora de la conectividad y de los servicios públicos para facilitar el acceso a los mercados; la promoción de la internacionalización; el apoyo en la transición hacia una economía verde y circular; o el fortalecimiento del capital humano y social. Por ello, es imprescindible adelantarnos a la nueva forma de hacer negocios marcada por nuevas normativas de reporting con criterios de sostenibilidad, por ejemplo, algo irreversible a nivel global y donde América Latina y el Caribe no puede quedar rezagada. 


Cierto es que a medida que la situación ambiental se recrudece, aumentan la cantidad de mercados internacionales que exigen condiciones de sustentabilidad. Dicho de otra forma, transformar la economía en una más verde le permite al país abrirse a una mayor cantidad de mercados, mientras que la inacción puede producir completamente lo contrario. A su vez, resulta determinante que la financiación en última instancia, asuma la transformación que requiere descarbonizar la economía y que de cierta forma pueda amortiguar los impactos climáticos que se convierten en inevitables. 


En esa misma línea, se ha creado en diciembre del 2023, la Bolsa Argentina de Carbono (BACX), una iniciativa pionera para promover los servicios ecosistémicos en los sectores como energía y agricultura, con el apoyo tecnológico y regulatorio de la entidad internacional ACX. Cabe destacar que dicha plataforma es un desarrollo inédito para un país con escasos proyectos en el mercado de carbono y con necesidades financieras de fondeo. Para ello, el mercado voluntario ofrece instrumentos financieros para invertir en la transición ecológica. 


Cabe aclarar que un mercado de carbono es uno de los varios instrumentos de precio al carbono, en otras palabras, es un sistema en donde se venden y compran créditos de carbono. Allí, las empresas y/o personas utilizan los créditos para compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero a través de la compra de dichos créditos, los cuales eliminan o reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Es cierto que Argentina es un país con escasos proyectos dentro del mercado de carbono, por tal motivo, necesita de herramientas financieras que le permitan llegar a diversos sectores, que en última instancia, fondeen la transición hacia una economía libre de emisiones. 


En dicho contexto, el mercado voluntario de carbono ofrece instrumentos financieros para invertir en la transición ecológica hacia la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y que de alguna forma se reemplacen con créditos de carbono de calidad los cuales permitan una compensación a nivel nacional e internacional. Hoy en día, existe una gran demanda de proyectos de captura como de reducción de emisiones por parte de empresas que pretenden equilibrar su huella de carbono, trayendo como consecuencia que los mercados de carbono sean una oportunidad económica de inversión tangible. 


En nuestro país, el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del uso de la tierra y la silvicultura, vale decir, de la degradación y pérdida de los bosques y su uso intensivo. Por eso, en Argentina un mercado como éste cobra particular relevancia, ya que es un país en donde los sectores económicos clave, como alimentos, minería, acero y derivados, y energía, son altamente vulnerables a diversas demandas de la acción climática. Al proporcionar entonces instrumentos financieros que fomenten la transición hacia modelos de producción más sostenibles, la BACX contribuirá a que no solo las grandes empresas, sino también a las PyMES puedan reducir sus impactos y a su vez financiar sus mejoras tecnológicas. Por todo ello, Argentina hoy tiene una oportunidad única para posicionarse en el mundo a través del desarrollo de este tipo de mercado de carbono, los cuales crecen rápidamente y poseen también, un impacto determinante. 


Es posible afirmar entonces, que el cambio climático ciertamente está reorganizando los mercados, cambiando la forma en que producimos, consumimos y a la vez, nos relacionamos. Por eso, a medida que el escenario comercial cambia, las industrias de altas emisiones de carbono dejan de ser atractivas para los inversionistas, que reconocen las oportunidades en los proyectos verdes. Y en definitiva, es una oportunidad para las empresas argentinas, que no están en condiciones de desaprovechar.


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